El poder de la atracción y el deseo sexual

El poder de la atracción y el deseo sexual

Entre hombres y mujeres

La atracción sexual influye en miles de actividades cotidianas, incluso afecta de forma inconsciente en las cosas que compras. Cualquier especialista en marketing y publicidad lo sabe. Las imágenes de contenido sexual influyen a la hora de comprar. No es lo mismo a la hora de vender un fondo neutro que un fondo sexy. El fondo sexy te vuelve más atrevido a la hora de hacer tus compras y te decantas por aquellas prendas que te hacen destacar sobre los demás. Es decir, tiene más atracción.

Los hombres compiten con otros hombres para obtener la atención de las mujeres, porque el macho que puede destacar sobre la manada es el que tiene más opciones de ser elegido como pareja. Esto se puede observar por ejemplo en los bailes latinos, donde hombres y mujeres se exhiben, con figuras realmente complicadas, con el único destino biológico de llamar la atención  del sexo opuesto.

La atracción sexual influye en otras áreas de la personalidad como la creatividad sobre todo en hombres. Una mujer hermosa hace que el cerebro de un hombre se vuelva más creativo. Se hizo un experimento en el que se le pide a un grupo de hombres que espere en una sala a solas sin hablar con nadie. Al cabo de un rato, en otra sala, se le pide que dibujen en 5 minutos algo que exprese quiénes son.

En la segunda parte del experimento, en la sala de espera se introduce a una chica muy atractiva y sexy la cual les hace compañía y charla con ellos mientras esperan. Se observa cómo estos comienzan a interaccionar con la chica y su cerebro comienza a estimularse, hasta el punto que va a cambiar la forma en cómo manejan los lápices. Los dibujos resultantes fueron mucho más expresivos, coloridos y con más energía tras haber estado con la chica atractiva charlando.

El deseo sexual no sólo controla nuestra conducta externa sino que también pasan muchas cosas dentro de nuestros cuerpos. Hay otro experimento llevado a cabo  en el que un grupo de hombres y mujeres, cada uno de ellos por separado,  van a ver una serie de vídeos. En la primera parte del experimento verán imágenes sobre una película cultural (contendió erótico inexistente) y en la segunda parte verán imágenes de contenido sexual. Cada persona podrá manejar un aparato el cual puede indicar, subiendo una manecilla o bajándola, su nivel de excitación sexual. En su cuerpo llevan puesto sensores para medir la frecuencia cardíaca y la presión arterial. La mujer ha de introducirse en la vagina un fotopletismógrafo vaginal el cual mide el flujo sanguíneo en el interior de los genitales. Cuando la mujer se excita, lo vasos capilares vaginales se congestionan con sangre.

Los resultados observados muestran que una cosa es lo que el sujeto cree que siente y otra muy distinta es lo que sienten sus cuerpos. Una cosa es cómo reacciona el cuerpo y otra cómo reacciona la mente. Tanto hombres como mujeres cuando ven películas de alto contenido sexual sus constantes fisiológicas se modificaron: aumento de la frecuencia cardíaca y de la tensión arterial así como aumento del flujo sanguíneo en las paredes vaginales. Lo curioso del experimento fue que muchas mujeres desplazaban el botón hacia abajo como queriendo indicar que su deseo sexual iba decreciendo. Ellas afirmaban no sentir deseo al ver las películas eróticas o incluso que no les gustaba pero sus cuerpos decían todo lo contrario: sus cuerpos se excitaban.

En los hombres se observa todo lo contrario: ellos van a manifestar en todo momento una congruencia entre lo que sienten sus cuerpos y lo que su mente piensa. El hombre no parece tener demasiados filtros mentales a la hora de reconocer su excitación mientras que la mujer se retrae. Esto tiene su lógica ya que las mujeres evolutivamente han tenido que ser más prudentes, porque si una mujer hacía una mala elección podía quedarse embarazada y sin un potencial marido.

pareja

¿Pero qué ocurre en el hombre a nivel de testosterona? La testosterona es un hormona que está relacionada con el coqueteo y el cortejo. En un nuevo experimento se le pide a un grupo de hombres una muestra de saliva para medir sus niveles de testosterona base. El hombre tiene que ir a una sala para rellenar unos sudokus pero, mientras, lo hacen esperar en una sala donde hay una chica atractiva. Los hombres interaccionan con la chica y se observa cómo comienzan a mostrar los primeros signos de cortejo. Sólo 15 minutos después se les pide una muestra de saliva para medir nuevamente los niveles de testosterona. Cuando se les preguntó a cada hombre que les parecía la chica, si les atraía o no, muchos decían que si pero otros que no. Lo curioso del experimento es que los que decían que no sus cuerpos decían todo lo contrario, es decir, los niveles de testosterona habían aumentado significativamente en presencia de la mujer. Aun cuando un hombre cree no estar interesado en una mujer, la testosterona  está preparando su cuerpo para el apareamiento. La testosterona retroalimenta el cerebro y prepara el cuerpo humano para el cortejo. A medida que aumenta la testosterona la conducta del hombre va cambiando,  la postura corporal es más abierta, hombros más erguidos, y establecen mucho más contacto visual. Estar en presencia de una mujer atractiva es suficiente para aumentar los niveles de testosterona y ésta funciona como el pedal de acelerador del cuerpo hasta el punto de que el hombre coquetea y quiere atraer lo máximo posible.

Pero, cuando la testosterona está en el torrente sanguíneo, ¿tiene el hombre alguna manera de frenarse?

Estamos predeterminados para el placer, pero el cerebro se ha desarrollado de forma diferente en hombres y mujeres en cuanto a sus respuestas ante estímulos sexuales. Las pruebas de resonancia magnética indican que mientras un hombre ve imágenes de mujeres atractivas, los fuegos artificiales estallan en su cabeza. La amígdala (la recepcionista del cerebro) se activa de forma inmediata. Desde ahí se envía la señal hacia el cuerpo estriado, donde se libera dopamina (hormona del placer). Cuanto más placentera sea la imagen más dopamina inunda el cerebro. Desde ahí la señal se envía hacia la corteza pre frontal (el jefazo del cerebro,). La corteza pre frontal es la encargada de la toma de decisiones, es decir, qué hacer con esa oportunidad sexual y analizar las posibles ventajas de tenerlo o no, analiza las consecuencias que va a tener para la persona. Es decir, esta parte permite controlar el impulso, aunque no siempre; esta parte más racional consigue controlar el impulso primario que brota de las profundidades del cerebro masculino. A veces no quiere controlarlo y otras puede ser demasiado lento en controlarlo. La corteza acota como un freno fisiológico pero éste a veces ni se pulsa.

Hoy día se sabe que los hombres aminoran sus coches cuando van conduciendo al ver una mujer por la que sienten una gran atracción. El promedio de velocidad en los varones se reduce casi en un tercio conduciendo. Cuando los hombres frenan es señal inequívoca de que sus amígdalas se encienden y su cerebro se está inundando de dopamina.

mujer atractiva

En las mujeres, la atracción sexual activa sus cuerpos, pero es un proceso más lento. Cientos de miles de años de evolución han marcado un rasgo característico: ser más prudentes con su deseo sexual. Una mujer embarazada para una tribu supone un gran coste: tiempo, esfuerzo, dedicación, educación del niño… para una mujer es cuestión de buscar al mejor hombre y no a cualquier hombre.

Cuando las mujeres sienten deseo romántico y sexual en sus mentes, se vuelven más amables y simpáticas con la persona amada, miran más y sonríen más. Pero lo más curioso es que la mujer se vuelve más amable y servicial. Cuando una mujer tiene delante de sí un hombre que le parece encantador y atractivo y le gusta se muestra más propensa a ayudar a otras personas en apuros. Cuando la mujer siente lujuria en sus cabezas, aumenta su bondad y altruismo hacia los extraños.

En un estado de lujuria, los hombres gastan más dinero, se vuelven más osados, realizan más inversiones financieras. Las mujeres más altruistas, atentas y serviciales.

Conclusión

La evolución concibió la lujuria, la atracción y el deseo sexual para encontrar pareja. Del mismo modo, la evolución concibió el amor para mantenernos juntos y ayudarnos a criar a los hijos.

Estos dos impulsos emocionales se encuentran en permanente conflicto. La lujuria está ahí debajo de nuestro cráneo esperando a salir bombeando dopamina y hormonas al torrente sanguíneo. Nos lleva a ser más altruistas, más creativos, determinando cómo gastar nuestro dinero e invertir más. Nos impulsa a enamorarnos pero siempre tentando a querer más. La lujuria nunca descansa, es como el compañero que va en el asiento trasero de nuestro coche. ¿Quién la frena? La única que puede: la corteza prefrontal. Es cuestión de entrenarla.

Javier Vergara

Psicólogo

Comentarios: 1

  1. Elizabeth dice:

    Me encanto!!

Añade tu comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.